ALBERTO IGLESIAS
Autor y director
En ocasiones, no muchas, los textos parecen desarrollarse
al margen de la mano del autor. Partía de una idea: escribir sobre
un artista que pinta un autorretrato. Y sabía que para poner en
escena este texto necesitaba un actor que, además de poseer una
curtida experiencia sobre las tablas, tuviera la habilidad del pintor,
porque EL HOMBRE Y EL LIENZO tenía que ser una combinación
de teatro y pintura. Quería investigar sobre el proceso creativo
del artista, ahondar en sus miedos, sus dudas, sus deseos, sus
obsesiones. Quería escucharlo y quería verlo trabajar.
Surge de pronto la historia de un hombre –podría haber
sido una mujer- que arrastra consigo una ausencia poderosa,
una pérdida que le ha dejado una herencia llena de
incógnitas. Este artista vive, desarrolla su arte, siendo una incógnita
para sí mismo. Se busca a través de los trazos, de los
colores, de las formas que imprime en el lienzo y, mientras
indaga, a medida que el lienzo toma forma, comparte con
nosotros, espectadores, sus ideas sobre el arte y los descubrimientos
sobre su propia vida, haciendo que nos preguntemos
si arte y vida no son, en ocasiones, células del mismo
embrión creativo.
Llevo pintando autorretratos toda mi vida,
Le he respondido.
Contundente.
Con aplomo.
Sincero.
Una respuesta sincera.
Un regalo para el crítico de arte.
Y he continuado.
Llevo toda la vida intentando autorretratarme.
Para saber quién soy.
Para poder mirarme cuando observe el lienzo.
De verdad.
Para poder mirarme de verdad.
Para poner en escena este texto necesitaba un actor
que, además de poseer una curtida experiencia sobre las
tablas –un monólogo es siempre un reto-, tuviera la habilidad
del pintor. AUTORRETRATO es teatro y es pintura.
No quería un actor que hiciera como que pintara,
sino un actor que realmente fuera un artista plástico. Cada
representación dará origen a una nueva obra pictórica, a un
nuevo autorretrato, diferente cada vez. Tengo la gran suerte de
contar con esa persona, con ese artista bicéfalo que domina
ambas disciplinas. Pese a esa ventaja inicial soy consciente
de que la dificultad de la puesta en escena es maridar la
acción base de la obra –un hombre que pinta- con el texto
–un hombre que habla-. Encontrar la armonía entre ambas
acciones –partamos de la base de que la palabra es acciónes
el objetivo y el objeto de este futuro espectáculo.
He empezado diciendo que hay cosas
que no se pueden definir.
Que el arte es una de esas cosas.
Que si el misterio tuviera forma
el arte sería un misterio polimorfo.
Que la propia naturaleza del arte
es plurivalente.
Que cualquier intento de definir algo
que no comprendemos,
siempre nos conduce a la ambigüedad,
a la abstracción.